PRIMERA



De qué manera recomponer unas asociaciones primarias que ordenan las secuencias narrativas, sobre una cama de pintura que remeda el universo compositivo de las cuatro tintas básicas que intervienen en la cuatricromía como un método analítico: cian, magenta, amarillo y negro.  En su pintura anterior a 1977, Gonzalo Díaz hacía ostentación del manejo de los tres colores primarios: rojo, azul, amarillo. Pienso en tres micro momentos de esa coyuntura de pasaje, entre las pinturas relativas a “La laguna Estigia” y “Cancerbero”, para partir, y el díptico del envío a la Quinta Bienal de Sidney,  que denominare jocosamente “This is a chilean performance”, para terminar, pasando por el tríptico de “Los hijos de la dicha”. Todo esto ocurre entre 1977 y 1983. Diré que es el comienzo de su retirada de la “pintura-pintura”, a través de una larga marcha destinada a establecer la retaguardia que le permitirá, desde la “tintura-impreso”, realizar la contraofensiva de re/pictorización serigráfica. De este modo, Gonzalo Diaz abordaba un programa de transformaciones revolucionarias, que ponía en crisis el régimen de la representación pictórica, utilizando las herramientas clásicas de re(con)versión fotomecánica. Para la elaboración de semejante programa le será necesario montar una infraestructura autónoma para llegar a cabo el cometido paródico-critico contenido en “Historia sentimental de la pintura chilena”, en que la instancia-stencil condensada por el anuncio  de  “Klenzo”, va a prefigurar la demolición de la marialidad política chilena. El anuncio publicitario literaliza la escena de anunciación en que Gabriel pronuncia el Verbo encarnado. A través suyo, Gonzalo Diaz desplaza la figura del descendimiento de cruz y la sustituye por la escena del primer enunciado indicativo, sosteniendo que en el comienzo-de-todo, no fue el verbo, sino la imagen incrustada de sí misma en el campo abismal de su filiación. Puedo afirmar que Gonzalo Diaz tenía total consciencia de la envergadura del desafío formal que esto implicaba, en diciembre de 1983, al momento de preparar el envío a Sidney.  La polémica en la que se propuso intervenir no era solo pictórica, sino performática, porque exponía el desaliento servil de régimen de cita, como primera expresión de una insubordinación formal que lo conducirá a radicalizar su programa, mediante la edición de “KM104”, en marzo y abril de 1985. Cabe señalar que esta tentativa tiene su antecedente en el trabajo que realiza  con Jorge Tacla, durante el mes de enero de ese año,  y que se expone en galería VISUALA bajo el título  “Frotándonosla”. El tríptico que Gonzalo Diaz presenta en esa ocasión llevara el nombre diagramático de “La primera comunión”. Estas obras entrelazadas dan cuenta de una dinámica de trabajo ejemplar, que toma curso dando lugar a un espacio de producción donde textos e imágenes articulan un pensamiento visual que redefinirá la escena  de 1985. 


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