VERBO

 

                                                    Matta, El vertigo de Eros, 1944, MoMA.

En CUT ha sido hecha una mención  a la teoría de los títulos en Matta. Gumucio trabaja sobre la distinción entre Breton y Matta al respecto. El primero sostiene que el titulo termina siendo una entidad independiente. El segundo amarra el titulo a la pintura abriendo la lectura según los cortes de palabras. La palabra genera un vínculo con el cuadro. Lo que en la realidad extra pictórica Matta separa, en la realidad intra pictórica lo unifica, reforzando la subordinación simbólica. A esto se agrega que la dinámica del corte en Matta precede la mecánica del corte en Gordon. Lo primero es la palabra que se desmiembra sobre la superficie evocable de la pintura; lo segundo es la autonomía que adquieren los fragmentos de palabras, dando origen a otras palabras subordinables, asociadas mediante amarres  en que domina la materialidad referencial de un corte efectivo. Pequeña muestra: Gumucio “explica” el título de su libro, calcado sobre el título de una pintura, que a su vez, cita un verso de un poeta, sobre el que comprime asociaciones conducentes a poner en escena la crisis de la conyugalidad. Por eso acude a Duchamp: de la célibe a la desposada. Primacía de la pintura como una “maquina conyugal”: un lecho, un cauce.  Es Matta quien es “hecho hablar” por Gumucio. Pero es un recurso defensivo que le permite sobrepasar la literalidad de Matta y complejizar sus acciones des/conyugalizables, que desencadenan las dinámicas de separación de las palabras (y de los matrimonios). Por la boca muere el pez. Gumucio toma a Matta al pie de la letra, en la fuente de “señalización”. Matta homologa la voz con la eyaculación sonora que golpea  su graficidad inscriptiva en  la superficie del tímpano,  como si este fuera un himen desplazado que, disimulado en la trama de la tela espera  ser acometido por el Verbo viscoso, condición proyectable de una psiquis patronal. Matta traslada  a la pintura el principio “jurídico” del “derecho a pernada”: la violencia funda la Ley de Inscripción Primaria.  Matta debe dejar el país fecundado por la palabra de su estirpe para disolver la “memoria de su tribu”, habilitando la proyección pictográfica de un psiquismo oligarca. Permítaseme este recurso trasladado a la fuerza desde Donoso, para revertir una conjetura sobre el arcaísmo básico de la “rascadura directa en la tela” (página 129).  El titulo del cuarto sub-capítulo del capítulo tercero está escrito en francés: “Les enfants craignent les idoles” (Los niños temen a los ídolos). Este  es un anagrama encubierto que se traduce por su contrario: los señores temen ser castrados por sus hijos.  Gordon escapa a esta fatalidad invirtiendo la determinación manducadora del padre, ya (pre)vista como programa en la pintura de Goya, que opera como capa ilustrativa de un modelo de socialidad humana fundada en la violencia. El vértigo de Eros le proporciona a Matta un certificado de impunidad. La impunidad no requiere de certificación. Sin embargo, Matta necesita poder realizar  un blanqueo simbólico  de “la horda primitiva de pacotilla”, dominado por el fantasma de la paternidad, cuya amenaza acelera  la caída del Eros, que hasta entonces ha escrito la Constitución de Chile. La caída vertiginosa viene a ser la base explicativa de la pulsión expulsifica en Matta, que se hace manifiesta en la eruptividad volcánica del miembro gráfico. La dosificación citacional de Gumucio es letal, porque introduce rudimentos para una interpelación  “psicótica”  que en Matta se verifica por un efecto pictórico (representación de la carne tumefacta) producido por su propio cuerpo, al saber que Anne Clark ha dado a luz dos gemelos varones: “a Matta se le pusieron al instante los ojos morados y parecía que le habían dado un puñetazo en un combate de boxeo” (pagina 148). Su propio cuerpo asume los (d)efectos de la pintura. No será posible que su pintura acoja los (d)efectos de su corporalidad, puesto que la paternidad es una indignidad para sus testículos, homologados a dos globos oculares hinchados. Extraño  caso que Matta tomaba en serio y en broma a la vez. La broma, advirtiendo el vértigo que conduce al derrumbe de la patronalidad. Lo serio,  “vidrializando” la seminalidad flamígera del Verbo trazable.  


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