MATTA
Es preciso salir del país para adquirir una posición desde la cual sea posible escribir sobre la necesidad de hacerlo. Solo se viaja para tener que regresar y se regresa para ser reconocido. Pero se viaja, sabiendo de antemano, qué es lo que se juega, en la escritura. Sin embargo, es preciso ejecutar el rito por el cual es dable acceder a la construcción del mito. En alguna ocasión, “tuve que ir” a Nueva York para enterarme del trabajo de Gordon Matta-Clark en el MNBA. Lo que se busca está, siempre, en otro lugar. Nadie había escrito de ese acontecimiento. Formaba parte de un relato oral que todavía no se había convertido en un mito, hasta que una curadora española le escribe a un director de museo para preguntarle sobre una obra que Gordon habría realizado, y el director no le responde. Es Juan Downey que me presenta a Jeffrey Lew, artista estadounidense que acompaña a Gordon en su viaje hacia el sur. Los artistas estadounidenses no suelen viajar hacia el sur. Downey convence a Gordon de venir a Chile. Al menos, contribuyó a que tomara la decisión. A mi regreso a Santiago, hago un comentario que no es bien recibido: no es posible que deba enterarme en Nueva York, en 1990, de un acontecimiento que tuvo lugar en 1971, y que al parecer podría ser clave para la escena local. Sin embargo, esa es la tónica, en la historia del arte. Un celebre antropólogo descubre que es en el Nueva York de 1940, que acoge a centenares de intelectuales que huyen de los nazis, donde investigadores en ciencias sociales descubren la existencia de comunidades de emigrantes que han mantenido intactas, formas de expresión que en sus lugares de origen, por diversos motivos, habían dejado de existir. Así mismo, es en la biblioteca del Smithsonian que descubren mitos de indígenas de la Columbia británica que serán fundamentales en la revolución de la antropología contemporánea. Dicho sea de paso, Roberto Matta tendrá conocimiento del arte de los indígenas del Canadá y del norte de los EEUU, en la misma biblioteca y en el contacto con otros antropólogos y estudiosos del tema, que luego lo conducen a conocer el arte de los indígenas de Nuevo México, y cuyo conocimiento será clave para la formación de su pensamiento gráfico, en esa coyuntura de transferencia informativa. Porque lo que está en juego es la cuestión de la transferencia. Y si hay transferencia hay filiación. Lo que va a buscar Rafael Gumucio a Nueva York es una clave para comprender cómo las transferencias se presentan, siempre, afectadas por un principio de perturbación. No hay transferencia sin merma. Merma tecnológica; merma afectiva. Hacer memoria de lo que se pierde. Gumucio escribe un libro sobre una coyuntura especifica de productividad en la obra de Roberto Matta, ligada a su estadía en Nueva York. De ahí, entonces, importancia en hacer el relato de las formas de llegar. Y de las formas de abandonar. Para eso existe una bibliografía y unas fuentes de documentación que solo se pueden encontrar en Nueva York. De ahí que Rafael Gumucio tendrá que montar un relato que pone en tensión la naturaleza de las fuentes. Por un lado, la documentación encontrada en Nueva York, y por otro lado, el relato consignado en las conversaciones de Roberto Matta con Eduardo Carrasco, como soporte necesario para realizar el desmontaje de la operación de “chilenización reductiva”, que tantos equívocos han producido en la recepción de la obra de Matta. El relato de Gumucio se propone, indirectamente, desmentir el propio relato de Carrasco, “utilizando” la literalidad explicativa de Matta, como plataforma desde la cual trabaja la des/chilenizacion del discurso como una necesidad retórica de proyección significante, que desordena los propios discursos de consumo interno sobre Matta, en la escena curatorial de los noventa. Para hacerlo, debía estar en Nueva York, ciudad que odia, y cuya intensidad fóbica le permite comenzar su libro “El vértigo de Eros” (Ediciones UDP), con las siguientes palabras: “Roberto Matta Echaurren odiaba Nueva York, el lugar donde pintó sus cuadros más importantes y que lo convierte en el más influyente de los pintores nacidos en Chile”.

Comentarios
Publicar un comentario