TINA




En la “exposición pendiente”  mencionada en la última columna hay algunos aspectos que deben ser  considerados. En efecto, el presidente Echeverría ordenó bajar la exposición mexicana que se debía inaugurar en el MNBA el 15 de septiembre. Su comisario, Fernando Gamboa, desde el Hotel Carrera, pudo ver el bombardeo. Luego se fue al museo y re embaló las pinturas. Las cajas salieron rumbo al aeropuerto en un vehículo escoltado por una patrulla militar. Solo pudo ser montada en el 2015.  Después de la restauración del mural de Xavier Guerrero, dañado por el terremoto del 2010.  Fue necesario este incidente mayor para que se desplazara la mirada desde el mural de Siqueiros hacia el de Guerrero y se tomara en consideración la totalidad de la propuesta, atendiendo a la diferencia discursiva implícita en las narrativas visuales diferenciadas. Ambos artistas ya habían compartido en Moscú, en 1928, en un congreso internacional del sindicalismo rojo, a raíz de lo cual, Siqueiros bajará hacia el Sur, para promover la constitución de una filial del sindicalismo rojo  en Montevideo.  En 1927, Guerrero era la reconocida pareja de Tina. Ella comete el “error” de dejarlo por Julio Antonio Mella, sospechoso de trotskismo. Lo cual, en esa coyuntura, es una grave falta. Mella será asesinado.  Se instalará la duda. ¿Víctima de los esbirros de la dictadura de Machado o de sus propios compañeros de partido? Tina será objeto de una campaña de asesinato de imagen que favorecerá su expulsión de México. En Berlín dejará la fotografía para convertirse en un “cuadro” del Socorro Rojo Internacional. Eufemismo para encubrir las actividades de agente del GPU. En 1935 recibe la orden de misión para traslarase a España. Fernando Gamboa no estuvo presente en la inauguración de la “exposición pendiente”. El nombre de Fernando Gamboa  se me cruza por dos lecturas recientes. En la primera, como miembro de la embajada de México en la España republicana, asiste al Congreso de intelectuales contra el fascismo que tiene lugar en Valencia, en 1937. Allí conoce a Tina Modotti. Luego, la encuentra en un pueblo abandonado, cerca de Gerona, en enero de 1939, esperando pasar a Francia.  Está sola, sentada en la terraza de un café semiderruido, mientras las fuerzas nacionalistas se hayan a escasos kilómetros. Gamboa se dirige a la frontera, en un vehículo con patente diplomática. Lo hace detener y la invita a subir. Tina le agradece, pero espera a los fugitivos del ejército republicano que deben pasar por ese lugar. Se niega a seguir a Gamboa. Según Gérard de Cortanze, en su libro sobre Tina, Gamboa la deja y se lleva consigo la imagen de una mujer fatigada, enclaustrada en su melancólica soledad, portadora de la agonía de los vencidos. El 3 de febrero consigue una visa francesa en Figueras y cruza la frontera en medio de la masa de refugiados derrotados en dirección de los campos de internamiento de Argelès-sur-Mer, de Gurs, de Barcarès, entre otros. El 28 de marzo las tropas de Franco ocuparán Madrid. En la segunda lectura, Fernando Gamboa aparece en París, en 1952, comisariando una exposición de arte y cultura mexicana. Oscar Acosta, investigador mexicano, me envía un recorte de la revista de la Universidad de México, donde aparece un artículo del propio Gamboa, en que reseña  la exposición  montada en el Museo de Arte Moderno de la Ville de Paris. Fue una exposición que perturbó a la crítica francesa, porque presentó en una misma propuesta museográfica, arte precolombino, arte moderno mexicano y arte popular. Esa combinación era completamente inédita. Ya en 1950, el mismo Gamboa había presentado en la Bienal de Venecia, a Orozco, Rivera, Siqueiros y Tamayo. En París, los medios trotskistas denunciaban la presencia de un pintor que había sustituido el pincel por la pistola. Diez años antes, este pintor había venido a Chillán a pintar un mural en la Escuela México. En esa obra transgredió muchas cosas. De partida, las relaciones entre pintura e historia en Chile.  El  mural fue inaugurado el 25 de marzo de 1942. El 5 de enero del mismo año, se apagaba Tina Modotti, muerta de una crisis cardíaca, sola, en un taxi, en Ciudad de México. Sus funerales tuvieron lugar  el 7 de enero y fueron presididos por doña Leocadia Prestes, Simone Téry y Pablo Neruda, que  lee -a título de despedida- su poema “Tina Modotti ha muerto”: “Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes: / tal vez tu corazón oye crecer la rosa / de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. /  Descansa dulcemente, hermana” (fragmento). Siqueiros inicia el viaje de regreso hacia el Norte y el Departamento de Estado americano le retira la visa de ingreso. No puede hacer la exposición que debía realizar en el MoMA. Veinte años más tarde, será condenado por promover la disolución social. En su biblioteca habrá un volumen escrito por un jurista que aborda dicho concepto. En la cercanía de un libro de Alejandro Lipszchutz, sobre raza y mestizaje en América, dedicado  de puño y letra. Más allá, un libro de xilografías chinas revolucionarias, que le fuera obsequiado en Francia, cuando expuso en 1952 en la exposición de Gamboa. 


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