GUERRA





Tina Modotti y Vittorio Vidali llegan a París en febrero de 1939. Los recibe Marcel Villard, un abogado con quien habían trabajado en 1933 en la campaña en favor de Dimitrov, acusado de complicidad con el incendio del Reichstag. Fred Zinneman realiza en 1976 un film –“Julia”- que retrata esa coyuntura, a partir de un relato de Lillian Hellman, “Pentimenti”.  Nadie hace la conexión que hay entre esa coyuntura y el sabotaje de los obreros comunistas en las fábricas de armamentos destinados a Noruega, en guerra contra la Unión Soviética. Luego, la firma del pacto germano-soviético contribuye a la interdicción del partido comunista francés. Luis Vargas Rozas está en París y participa en  una edición de grabados en apoyo a los refugiados políticos españoles, realizada por Stanley W. Hayter, junto a otros artistas entre los que se encuentran Joan Miró y Picasso. Pero después de la invasión alemana decide regresar a Chile, ya que es poseedor de una carta de afiliación al partido y su posición no debe ser de las mejores. Siqueiros escribirá dos páginas sobre su obra. Vargas Rozas jamás las publicó, porque ya no le convenía hacerlo. En el fondo, el mexicano le reprochaba no practicar la “pintura civil” que proclamaba como la única ruta pictórica posible: “Ante la guerra, arte de guerra”. Pero en febrero de 1939, Tina y Vittorio permanecen en París. Desde Moscú les han dado a entender que no sería recomendable regresar. Los agentes que han pasado demasiado tiempo en el extranjero se han vuelto sospechosos. Podrían terminar en Siberia. En París deben hacerse cargo de la oficina del Socorro Rojo Internacional, que se ocupa de atender a los miles de refugiados que llegan cada día desde España. Los españoles han perdido una guerra y no deben esperar mucho del país que los recibe a contrapelo. Tina está furiosa. Los franceses no admiten la gravedad de la situación. Tina les pretende demostrar que la derrota de España es el comienzo del fin para la lucha antifascista en Europa. Es muy probable que en esa situación se haya encontrado con Neruda. El Servicio para la Evacuación de los Refugiados Españoles le ha solicitado iniciar los trámites para fletar un barco que debe zarpar los primeros días de agosto. Se hará nombrar ¨cónsul especial¨para la emigración española. En los campos de internamiento, un militante comunista,  médico por añadidura, realiza una visita de inspección para elaborar un informe sobre la situación sanitaria catastrófica. En ese momento, José Balmes y su madre han cruzado la frontera por el lado de Andorra. Su padre los encontrará meses después, “albergados” en una granja cercana a Burdeos. El médico que ha realizado la visita de inspección, Paul Herzog, será miembro del equipo sanitario que vendrá en el “Winnipeg”, junto a su mujer, la doctora Marcelle Cachin, que tendrá que enfrentar un brote de tifus.  El arribo a Valparaíso, que tuvo lugar en la tarde del 2 de septiembre. Esa noche, Balmes no durmió  observando las luces del puerto. Al día siguiente, los refugiados desembarcaron durante la mañana. Salvador Allende los está esperando en el muelle. Lo que importa es que ya estaban en tierra cuando Francia e Inglaterra le declaran la guerra a Alemania, al final de la tarde. Si el barco hubiese estado en el mar, en camino, habría pasado a ser un navío de una nación beligerante, y todos los “pasajeros” hubieran sido “internados” de acuerdo a la legislación marítima internacional. Mientras los refugiados eran trasladados a Santiago,  la tripulación del “Winnipeg” fue encarcelada, acusada de motín. En efecto, durante el viaje, al enterarse de la firma del pacto germano-soviético, el 23 de agosto, el capitán del barco, que no era comunista, decide regresar a Francia. Sin embargo, el comisario político del barco, cuya tripulación estaba formaba por militantes comunistas, lo conminó a seguir. El barco pertenecía a la Compañía France Navegation, y había sido formada con capitales soviéticos y del partido comunista francés. Tenía una flota de barcos que realizaban el trayecto entre Murmansk y Burdeos, llevando pertrechos para la república española. Luego eran encaminados por vía ferroviaria hacia Barcelona. Francia hacía la vista gorda. El encargado de esto será un miembro del gabinete del Ministro del Aire, Pierre Cot; un tal Jean Moulin. Este será más tarde el jefe de la resistencia francesa y caerá en manos del “carnicero de Lyon”, Klaus Barbie.  La detención de la tripulación del “Winnipeg”  es un signo de la presión interna que recibía el gobierno de Aguirre Cerda por haber aceptado el arribo de un barco repleto de “rojos”. Pero el ministro de Relaciones Exteriores, don Abraham Ortega, elevó una protesta y los tripulantes fueron liberados. Sin embargo, fueron detenidos al regresar al barco y conducidos a Francia bajo arresto, donde fueron sometidos a un juicio por amotinamiento, del que fueron exonerados,  en el momento en que Alemania invadía Francia. Tina, en ese momento, decide regresar a Estados Unidos, pero no la dejan desembarcar. Finalmente, con pasaporte falso, llega a México. Logrará, gracias a contactos al más alto nivel que le fuera revocado el decreto de expulsión de 1930. Estando en México, se entera el 24 de mayo del primer intento de asesinato de Trotsky. Siqueiros forma parte del equipo. Junto a Iosip Grigulievic. Secuestrarán al responsable de la seguridad de la casa de Trotsky, el norteamericano Bob Sheldon, que los reconoce. Sabía de ellos. Será encontrado muerto en una finca, propiedad del padre de la mujer de Siqueiros. El 20 de agosto de 1940, un tal Frank Jackson, logra el cometido de asesinar al líder de la IV Internacional. Siqueiros había sido detenido, por la primera intentona. Pero es liberado bajo ciertas condiciones. Una de ellas consiste en ponerse a distancia. Neruda es nombrado cónsul general de Chile en México en agosto de 1941. Le recomienda a Siqueiros el viaje a un lugar lo suficientemente lejos hasta que se aplaquen las aguas. Fruto de dicha iniciativa, se traslada a Chillán. Xavier Guerrero se le reúne más tarde. Ambos pintarán los murales de la Escuela México, durante el resto de 1941. El embajador mexicano había descubierto como tenerlos ocupados y vigilados. Tina Modotti morirá el 5 de enero de 1942, en Ciudad de México, pocos días antes de la inauguración del mural, en Chillán. 



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