ANTECEDENTES




El catálogo de “Luchas por el arte” contiene dos textos que no dan cuenta de cómo fue montada la exposición, sino que fueron pensados como antecedentes para comprender la disposición.  A tal punto que, incluso, en un sentido malévolo, se podría sostener que dicho montaje es una “ilustración” de las tesis de los textos. Obviamente, hay una distancia entre antecedentes y montaje. Lo que importa insistir es que el montaje exige su propia puesta en escena analítica. Eso hace falta. Los textos del catálogo pasan a ser, de este modo,  acondicionadores de un terreno que se ha revelado en extremo movedizo. Sin embargo, las acusaciones no han llegado a poner en duda lo que han sostenido Gloria Cortes y Eva Cancino en sus textos.  Esto exigiría un trabajo enorme de refutación, si se diera el caso. Porque entonces  habría que cuestionar el valor de sus investigaciones; lo que no ha sido realizado hasta la fecha. No ha habido un solo argumento que permita desmontar la validez de las hipótesis desde las cuales se ha trabajado esta curatoria. Mas aun, cuando en las notas al margen de su texto, Gloria Cortes ha proporcionado una abundante bibliografía que le permite sostener su eje de trabajo, que consiste en hacer visible lo que  hasta el momento no lo había sido. Esto es muy simple: ha introducido hipótesis que le dan un valor nuevo  a la voz de “los vencidos de la historia”. Las notas al margen, impresas en la misma página del “corpus”   se levantan como un texto  que en forma paralela da cuenta de una sub-versión, que expone tácticamente sus argumentos como aquello que ha existido “por debajo” de una versión dominante. En este sentido, pone el acento sobre tres zonas de documentación: los artistas migrantes, los artistas pobres y las artistas mujeres. Esto significa abordar el rol  de las clases sub-alternas en una historia “real” del arte.  Para realizar este cometido, ha señalado una distinción muy válida entre “artista viajero” (europeo) y “artista migrante” (de origen continental y mulato), que permite reformular una  hipótesis suplementaria en favor de una sociología de la producción “de clases” de la imagen.  Asociado a lo cual aparece la versión sobre  la composición de origen del nuevo contingente de artistas que pueblan la escena, después de 1915. Para finalmente, exponer una amplia documentación sobre la existencia no suficientemente considerada de la actividad de escritura y de  producción artística de artistas mujeres.  Esto no tiene nada de excepcional, ya que (simplemente) pone en evidencia lo que, habiendo existido documentalmente, sin embargo no había sido relevado. Es decir, ha realizado un trabajo sobre un yacimiento de información que no había sido explotado.  Tampoco había sido realizado el trabajo de historia de adquisiciones y/o incorporación de  obras a las colecciones del MNBA.  Entonces, el catálogo no ha sido (todavía) objeto de acoso mediático alguno, porque hay que leer sobre los  tres problemas que han sido relevados como una perversión analítica:  un museo de clases, un museo racista, un museo discriminador.  Sin embargo, la evidencia está a la vista y  no debiera sorprender ni molestar a nadie, porque es (tan solo) un elemento de la causa. Imaginen lo que se puede pensar sobre el “origen colonial” de no pocos museos europeos.  Resulta curioso que  en la escena interna este gesto analítico implicito en la exhibición produzca  (tanto) malestar. Un museo (como institución)  ha sido  (siempre) un monumento edificatorio que expresa la voluntad de “los vencedores de la historia”. El problema, al parecer, está en la identificación de los vencedores.  Porque el museo ya había experimentado un largo proceso de des/patronalizacion, que recién es percibido como una agresión hacia una oligarquía que no supo impedir que el “funcionariato plebeyo” que ingresa al aparato del Estado desde comienzos del siglo XX  la  desplazara  en su manejo, sancionada por  la dictadura de Ibáñez.  De modo que se trataría de una reacción destemplada, que hablaría (más que nada) por una herida simbólica,  que debe ser reparada, re/patronalizando el museo.  De ahí, la ilusión de re/fundar aquello que le fue arrebatado desde un comienzo.  El catálogo tendría el valor de exponer dichos  antecedentes , que no han sido refutados.    


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