TALLER

 

Este es un texto pensado exclusivamente para Valparaíso.  No es una casualidad que este taller tenga lugar en el Museo Universitario del Grabado.  En cierto sentido, tiene el valor de una exhibición, pero de palabras.  Acudiré para hablar de la obra de Eugenio Dittborn, en particular. En general, hablaré de historia del arte como no se acostumbra a hablar en los cursos de historia. Siempre que he tenido que hacer un curso de historia, no he hecho otra cosa que hacer una Historia de Problemas. No proyecto diapositivas ni cuento anécdotas de viaje. La historia de los problemas del arte tiene que ver con la historia de unas dificultades de constitución de un campo. En un campo hay escenas. En las escenas hay coyunturas. En las coyunturas hay momentos de constitución de obra. Decir que el aparato de base del grabado ha sido la plataforma crítica de la pintura es una hipótesis que requiere un seminario completo. Pero no está en el formato de las formaciones. La base de todo reside en la tecnología de la inscripción y de la reproducción. Para eso, siempre fue necesario manejar los indicios de una historia de la imagen pre-fotográfica, ligada al destino de unos trazos punzantes sobre metal y a la acción de los ácidos. Luego, de las tintas, con sus evocativas viscosidades.  Esta es la hipótesis que ha ordenado los estudios que he realizado sobre la obra de Eugenio Dittborn, durante los últimos años. Para este taller, he tomado en cuenta tres momentos significativos en la formación de su sistema de trabajo. Nadie les dirá nada de esto, en el formato de transmisión que ya se conoce. Por eso, de algún modo, es una primicia.  Solo en el curso de mi trabajo he abordado estas cuestiones. Como digo, he tomado en cuenta tres momentos en la formación de lo que llamaré Sistema Dittborn. Estos corresponden, primero, a la edición del catálogo “N.N.: aUTOPsIA”, publicado en junio de 1979; segundo, al montaje de una exposición de obras que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1980 en Galería SUR de Santiago, y tercero, a la publicación del libro de Ronald Kay, “Del espacio de acá”, cuya presentación tuvo lugar el día la inauguración de la mencionada muestra. ¿Cuál es la novedad de este taller? Como dije, no se trata solo de hablar de Historia, sino de Creación. El acceso a los textos señalados es fácil, ya que se pueden encontrar en internet, en versión pdf. Sin embargo, no se tenía hasta hace poco tiempo, un documento visual que diera cuenta de la muestra a la que hago referencia. Habiendo asistido a su montaje, no podía contar más que con mi versión oral de su disposición general.  Además, no recordaba bien cuáles eran las obras que estaban colgadas en el muro. Hasta que la Colección Pedro Montes pudo encontrar un registro en VHS realizado en forma anónima, en que aparece una corta secuencia de la distribución de las obras en uno de los muros de la galería. Este documento de inestimable valor resulta suficiente para estudiar el orden en que estas obras fueron expuestas; pero, sobre todo, dan cuenta de su vecindad. Es fundamental reconocer las proximidades e identificar conjuntos significativos que contribuyen a determinar el estado de desarrollo del pensamiento visual de Eugenio Dittborn, en un momento clave de su producción.  Ciertamente, es el momento en que se define como “impresor”. Yo no pinto, yo imprimo, decía. Era una frase programática que he recuperado para fijar los momentos en que, a partir del modelo del grabado, elabora una crítica materialista de la pintura. Considero que es en esta coyuntura que se consolida el sistema pictográfico que permitirá a Eugenio Dittborn la producción e instalación de la estrategia formal que designará bajo el nombre de Pinturas Aeropostales.  Mi propósito es exponer la trama de antecedentes a partir de la cual Eugenio Dittborn formula los rudimentos de su materialismo crítico. Por eso he organizado este taller, concentrado en tres días, para trabajar sobre cuestiones de método en la organización de un campo de problemas que serán decisivos para el arte chileno contemporáneo.