IMPRESO
Andrea Goic es una artista que ha basado su trabajo en los avatares de la letra impresa. Esta vez, una vez más, en la programación de la Bienal de Nuevos Medios. ¿Qué hay de nuevo? La repetición de un gesto, el acontecimiento de un retorno. El artista revisita, por así decir, “el lugar de un crimen”, para rehacer el análisis de anatomía patológica de una tecnología perimida, que acarrea consigo la pervivencia de unos gestos técnicos como fuente de pensamiento reflexivo. Hace unos días, fue presentado el libro de Bosco Parra, “Discrepancia radical (textos anticapitalistas 1966-2020)”. Andrea Goic diseñó la edición, incluyendo la portada, donde reprodujo una máquina de escribir de un modelo similar al objeto que ha sido expuesto en una reciente exposición sobre “papeles” de Enrique Lihn. La máquina de escribir es un monumento a un estadio anterior de la cultura letrada y ha pasado a ser considerado un “objeto protegido”, porque es el principal significante técnico del discurso político, porque es la herramienta del pre-picado de un estencil en la cultura mimeográfica. Esta es una escena que pertenece a una ideología impresiva que hizo el intento de desplazar el linotipismo originario de la historia del movimiento obrero. De ahí viene la sujeción bolchevique respecto de la prensa. Para Lenin, el periódico del partido era el andamiaje del partido. Es un significante político. De modo que la máquina de escribir y el mimeógrafo invaden las oficinas del comité central, donde se forja el periódico de la vanguardia. De ahí que, en 1973, muchas personas arriesgaran la vida para hacer circular los informes de caracterización de la dictadura, impresos a mimeógrafo en hojas de oficio fiscal. La vieja memoria impresa del estado de compromiso fallido se hacía visible en tinta Kores. En ese momento, la Bienal de Nuevos Medios no existía. Los “nuevos medios” tampoco. ¡Ah! Recién, en 1981, Eugenio Dittborn realizó un video que ponía en crisis la materialidad de los medios. Se llamó “Lo que vimos en la cumbre del Corona”. Toda la prensa política quedó convertida en guión de radio-teatro. Era lo que correspondía para conmemorar a nuestros héroes radiofónicos. En el mismo momento que Juan Enrique Forch realiza el video “Papá te habla desde lejos”, usando como cinta de base una casete en la que un exilado político graba una carta familiar, un oscuro clérigo al que el Sha había enviado al exilio, se convertía en el símbolo de una revolución que se gestaba, difundiendo sus sermones a través de casetes que enviaba desde París y que eran difundidos en las mezquitas. Entonces, la calentura de la voz se hacía escuchar en una sociedad que rechazaba la frialdad de la televisión, introducida a Irán por el Sha, como gesto de “modernización”. Los “medios fríos” y los “medios calientes” se convertían en el centro de los debates sobre comunicación popular en América Latina . Dichos debates debían reponer las condiciones para el deseo de democracia, como plataforma de trabajo de los “medios alternativos”, que no por ello, eran “nuevos”, sino que trasladaban al soporte video el “inconsciente bolchevique” del corresponsal obrero. Reconozco en el gesto de Andrea Goic la nostalgia, tanto de la radiofonización de la linotipia, como de la linotipización del radio-teatro. La historia se resuelve (siempre) en el “impreso”, porque no se logra borrar con el codo lo que se escribe con la mano y se dactilografía para poder traspasar el pensamiento que ha sido moldeado, a un cliché, para imprimir. Antes que nada: en el trabajo de Andrea Goic, el sonoro de la impresión favorece la proximidad simbólica de la máquina de coser, que será un “emblema” en la normalización de las luchas sociales de los años sesenta. En este sentido, la proximidad del linotipismo con la costura es la base sobre la que Andrea Goic monta su dispositivo de enunciación, al recuperar un gesto técnico desde las ruinas de una tecnología política, para poder declarar que la “novedad” de los Nuevos Medios está en el acontecimiento de su retorno.
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