PREVISIBLE

En revista Artishock, J. T. Fontecilla escribió sobre el "Affaire Venecia" un texto en  que describió con mucho conocimiento interno el itinerario de la “caída”, para terminar de sancionar competentemente algo que era previsible. Sin embargo, puso el centro en la “falta de ficción”. No le dio ese nombre, pero apuntó a una falla de diseño estratégico del arte chileno respecto de proyectos de la envergadura de Venecia. De modo que Venecia no debe ser analizada como un efecto, sino como un síntoma. De esta manera, recurrió a los dichos de Iván Navarro sobre el ecosistema del arte. La “caída” de Venecia es expresión de la falla interna del sistema, que  acarrea consigo la falta de rigor en el análisis de la “colocabilidad” del arte chileno. Los agentes (artistas y funcionarios) se perdieron al pensar en si era necesario escoger artistas de mediana carrera en situación de ascenso, o de si premiar a artistas que hubieran servido a la Causa. Pero la situación de ascenso se define por situaciones externas a los deseos de los artistas y de los funcionarios. Depende, en concreto, de la capacidad real de “construcción de reconocimiento”, a través de la producción de una estrategia de sostenimiento de largo plazo. El caso de Iván Navarro es importante de ser estudiado. Artista ascendente consolidado, en el 2009, pudo “ofrecer” el apoyo de un galerista reconocido: Daniel Templon. Eso ubicó a Iván Navarro en el cauce de un nicho explotable, apoyado por las relaciones reticulares de su galerista, que invirtió en un envío oficial, obviamente, en provecho de su consolidación en el circuito. En el 2023 podemos hacer una evaluación de lo que ha sido su carrera. Lo que quiero decir es que un envío de esta envergadura es una operación de colocación, repito, sobre un espacio previamente preparado. Queda claro que lo que define todo es la rentabilidad de un galerismo en busca de consolidación. La gran ventaja fue que la galería era extranjera, muy reconocida, portadora de un mito, entre París y Nueva York. La presencia de Ivan Navarro en Paris, no solo como autor de proyectos institucionales, sino como una pieza consolidada en el mercado, es una muestra de todo lo que ha avanzado desde Venecia hasta hoy.  Cuando fue Bernardo Oyarzún a Venecia, la galería Patricia Ready estuvo directamente comprometida. No hay que desestimar, en un Plan Venecia, el rol del galerismo como soporte. En otros casos, la fórmula intentó repetirse, pero las relaciones entre galerismo extranjero y ministerio no han sido del todo evaluadas. El caso de Cecilia Vicuña arroja nuevos elementos, porque su obra fue objeto de una invitación “por fuera”. Es decir, que fue un cierto grupo de poder internacional en cuyo seno su nombre ya estaba consolidado, que la llevó a Venecia y la hizo triunfar. Pero eso es mérito de ella y de su entorno inscriptivo. Si hubiese dependido de una comisión, Vicuña no llega a Venecia. En este sentido, ha sido su gran revancha. Por otra parte, la concursabilidad obsesiva del sistema local, suponiendo que ello garantiza legitimidad en la selección, no considera la lectura de una escena internacional en la que debemos entender qué es lo esperable, en cuanto a obras.  El ecosistema chileno carece de facultad para leer la coyuntura. De ese modo, no sabe cómo sacar partido a la obra y al reconocimiento de artistas chilenos en situación de consolidación ascendente, que residen en Londres, en Paris y en Berlín, en la actualidad.  A lo que hay que agregar que cada uno y cada una posee ya sus respectivas galerías, y que ya han adquirido experiencia y  “roce”, tanto en un mercado como en instituciones de privilegio. De este modo, Venecia no es una inversión para artistas que no posean de antemano una logística previamente instalada. El funcionariato no entiende que Venecia es una operación compleja en la que debe demostrar su conocimiento de “cómo se hacen las cosas” en este sistema.  Cree que la producción se remite solo al montaje. No sabe que el montaje real se realiza antes de llegar a Venecia. Probablemente, el programa de gobierno no se juega en Venecia. Ya lo dijo la exministra Brodsky respecto de la feria de Frankfurt. No es un chiste. En cultura, ¿dónde se juega? El desarrollo del arte chileno no depende de un programa de gobierno.  Eso abre otro problema, que tiene que ver con el tipo de representación que se hace el artista chileno de mediana generación respecto de Venecia. Aspecto sobre el cual, el funcionariato demostró no tener experiencia, además de carecer de criterio; es decir, no ha sido capaz de montar una ficción inscriptiva del arte chileno.  ¿Estará en medida de hacerlo?  Difícil. Nunca entendió que en este tipo de cuestiones es la vanidad del Estado la que está en juego. A lo mejor, en la consecuencia política de ser funcionarios(as) anti sistémicos(as) trabajando en el sistema, lo que han hecho es un triunfo programático y deben sentirse orgullosos(as) de haberlo conseguido. De esto debían tomar nota los artistas. Al parecer, el “antisistemismo infractor” los ha perjudicado, demostrando que el interés ministerial no está puesto en el arte, sino en la cultura y en el patrimonio.  Lo cual instala los términos de un debate muy importante, que no ha sido realizado. Y que no se va a realizar. Pero dichos intereses deben ser transparentados. Porque no sabemos todavía las incompetencias en las áreas de cultura y patrimonio. De paso, hay que decir que no han sido capaces tampoco de “producir” una nueva ley de patrimonio. Regresando al arte, de verdad que no importan ya los detalles internos. El hundimiento de la gestión para Venecia era previsible.  Es el sistema decisional el que está en crisis. Falta análisis, falta estudio, falta personal competente, con un conocimiento mínimo del mapa en que se debe intervenir. Sobra la soberbia, sobra la “economía doméstica”, sobra el fundamentalismo de una secta autocomplacida que cuida el ministerio como un coto de caza del octubrismo institucionalizado.


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