TALLER

 

Mientras pedaleaba lentamente haciendo crujir las hojas secas que cubren las calles interiores del barrio Alonso de Córdova, vi la luz. Fue al final de Los Acantos, al subir a la vereda para evitar ser arrollado por el ímpetu motorizado que desciende hacia la Costanera. Entonces supe cómo debía comenzar el taller que debo impartir desde el 7 de junio en d21 Proyectos de Arte. El título es para nada incitador.  No es seguro que los interesados acudan en masa a inscribirse. Imaginen: “Del texto al libro”.  ¿A que artista le podría interesar saber cómo hice algunos de mis libros? Digo, artista, para generalizar. Debiera dirigirme, por ejemplo, a los jóvenes investigadores que buscan abrirse camino abordando los temas de la agenda del formulario: género, migraciones, comunidades, medio ambiente. ¡Un fracaso! Debiera, entonces, atraer a los estudiantes de gestión cultural; pero lo que ellos necesitan es aprender modelos de negocio y administración de lugares frágiles. ¿Y los estudiantes de literatura creativa? Al fin y al cabo, siempre he sostenido que escribir sobre arte es una forma de hacer novelas de no-ficción por entregas. Al menos, en mi caso. La “ekfrasis” (representación verbal de una figura visual) es el mejor ejercicio para entrenarse en el cuento de corta extensión. Es una de las razones de por qué comencé a titular muchos textos como “novelas” medianamente largas, pero no lo suficiente. De todos modos, hay que ir un poco más que contar historias de cómo se hacen ciertas obras y de los efectos susceptibles de ser construidos a partir de ellas. Habría algo más: la novela a la que me refería era un chiste freudiano, vinculable con una ficción de origen. Esto le puede interesar, de verdad, a los literatos. Por el lado de la ficción, digo. En cuanto al origen, el taller puede atraer la atención de los historiadores jóvenes, abiertos a incorporar en sus trabajos elementos provenientes del psicoanálisis “de pacotilla”. Pero también, sobre todo, podría estar destinado, simplemente, a quienes deseen leer acerca de cómo se hacen ciertas cosas, con la escritura. Lo cual implica considerar con humor la paráfrasis que hago del título de Roussel, y abordar con un dejo de indulgencia, algunos autores, a los que debo tanto, y cuyas obras me anclaron en el fondo de una teoría textual “de bolsillo”, apta para acomodar las cuestiones de método de nuestra conveniencia, en la crítica.  Respecto de lo cual, debo reiterar, concibo la crítica de arte como una forma de crítica política, por otros medios. Así se entenderá la imagen de la invitación: Lenin, afanado, escribiendo, para encarnar la conversión de la teoría en acción, mismamente. ¡Eso es un programa! ¡Lo más cercano al nuevo género: arte y comunidades!  El gran líder bolchevique se había apropiado de la frase de von Clausewitz; aquella por la que la guerra era la continuación de la política, por otros medios. Lo que importará será saber cuáles eran esos “otros medios”. Por de pronto, la escritura del informe sobre la situación concreta. Para eso, habrá un método. Lo que me propongo es hablar de eso: de cómo escribir sobre la producción de obra, como una situación concreta; es decir, como un tipo de encuadre. Eso es todo. Y para eso, comenzaré hablando de cómo hice “pequeña NOVELA”, el libro que publiqué en el 2022, como acelerador de una conexión con otro libro, publicado en 1995, “La novela chilena del grabado”, que reúne unos textos que, parcialmente tratan de grabado, sino que por debajo, de lo que hablan es de transferencia y filiación en la producción de obra. ¡Esto puede ser de interés para todos! ¡Estudiantes de arte, artistas, gestores, críticos, escritores, cientistas sociales! Sobre todo, estos últimos, que son los mejores cuadros intelectuales entrenados en las formas de transferencia. Por su parte, los(as) artistas se han vuelto expertos(as) en filiaciones, ocupados(as)  en reconstruir  las matrices de lo  perdido.  Por eso, el interés metodológico en el aparato de base del grabado. Por eso, los espero a todos, en este taller.