SOMBRAS
Eugenio Téllez expone, desde febrero, en la Maison de l´Amérique Latine, en París, una exposición que ha titulado “La sombra de Saturno”. Recupero este fragmento de un ensayo largo que he escrito al respecto. La palabra sombra empleada en la última entrega sobre la exposición de Ignacio Gumucio en d21 me lleva a conectar ambas exposiciones. Escribí: “Pero si de acarreo se trata, entonces, en la obra de Téllez, la sombra delimita los modos de anticipar la silueta del cuerpo que porta consigo la forma de su excavación”. La noción de acarreo la tomé de la obra de Hayter, de mediados de los años treinta, que tituló “Sombras acarreadas”. Pero si de eso se trata, debo mencionar la dependencia imaginante de la foto de Robert Capa, “Muerte de un miliciano”, a la que tanto se ha recurrido. Pero esta vez, debo decir que la unidad del cuerpo y la decapitación son dos situaciones que atraviesan la obra de Eugenio Téllez. Frente a las estampas revolucionarias, me dice que el rey no es una “persona”, sino la representación de la unidad del reino. En ese sentido, hubiese formado parte de los regicidas. Téllez es jacobino. La amenaza del desmembramiento se cierne sobre las cabezas de la unidad revolucionaria. Todas las revoluciones ahogan a sus hijos en la sangre, como una fatalidad “necesaria”. Por eso, el título de la exposición de París. En no pocas pinturas de Eugenio Téllez aparece la noción de corte como un destino. Por eso ilustro esta entrega con esta imagen en que el corte entre continente y des/continencia se redobla en el encuadre de la derecha, al reproducir otro corte, del carácter de una hendidura, para señalar el deceso hacia el cuerno de África; de África como un “cuerno”. La guillotina, en cambio, es una palabra que se emplea en la industria gráfica. En los originales camino a la imprenta, siempre se indica una línea de corte. Matías Rivas y Roberto Merino me hacen una pregunta: ¿por qué hay pinturas partidas en dos? Pinturas como hocico de conejo levi-straussiano. ¿Por qué esa división se ejerce como una línea de distinción irreparable en las pinturas de Eugenio Téllez? Esa es la palabra: irreparable. Por esa razón no hay mención alguna a la costura como sistema. Más bien, lo que Eugenio Téllez da a ver es una fisura constitutiva del corte de la mater pictórica y de la madre patria puesta en palabra. Ambas se verifican como sombra acarreada. Una sombra que ha sido cargada por la poesía de Enrique Lihn y sus amigos de las Generación del 50. A juicio de mis amigos, es en la cuenca semántica de esa generación que es preciso buscar el corte de origen, en la pintura de Eugenio Téllez, porque en todos sus cuadros, al menos, los cuadros de esta exposición reproducen la separación entre dos lenguas, que hoy solo son lenguas del olvido fijadas por una reconstrucción errónea del origen, que ya estaba escrito. La pintura es un mapa de esta inadecuación entre deseo de inscripción y horizonte de espera. Quizás sea esto lo que me motiva para escribir de Ignacio Gumucio.
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