DESIGUALDAD



Una galería puede ser un laboratorio. Es lo que pasa con d21 y la exposición de Ignacio Gumucio porque es un montaje desigual, en que hay dos cuadros que producen “problemas”. Es decir, plantean preguntas sobre la condición crítica del espacio pictórico, en el modo como la forma experimenta una cierta penuria de la figuración. Pero dicha desigualdad forma parte del enunciado expositivo. La mayoría de los cuadros representan unas pinturas de hombres que duermen. Recupero el título. Dormir de día. Un título para confundir. Dormir puede ser una metáfora de morir. De ahí que identifico una de las desigualdades de la muestra. Me refiero al gran cuadro de las gallinas. Habrá que pensar en las pinturas de Aristodemo Latanzi. No hay suficientes gallinas en la pintura chilena. Sugiero tomar esta aseveración en todos sus sentidos. Así puedo conectar con la inflación del título. No se duerme de día sino para sostener una perturbación existencial que busca montar una escena de desfallecimiento. Las gallinas no convierten el cuadro en un gallinero, porque la manera de pintar de Gumucio, en este cuadro en particular, homologa el plumaje a la vegetación enmarañada. En ese sentido, no pongo atención a la narración figurativa sino a la manera de deponer la materia y confundir a propósito las referencias literarias posibles. Materia viene de “mater”, madre. También, en latín, se refiere a “la madera de construcción”. En que la madera es el material propio de la edificación, entendido, entonces, como andamiaje; es decir, la madera de que está hecha la cama. Materia generativa de la imagen del sueño, que designa a las imágenes como comportamiento del contenido del sueño. Es decir, la imagen, en pintura, como una formación alucinatoria conducida por la materia cromática, que verifica su consistencia en la deformación  bestial del cuerpo.  Lo cual me lleva a pensar que Gumucio hace de la pintura un patio trasero de la significación. De este modo, introduce la desigualdad en el montaje. Porque, ¿de qué manera justificar su presencia en la muestra? Todo parece estar dominado por la teatralidad y de pronto, nos obliga a enfrentar una escena de exterior, de fondo de patio con una vegetación enmarañada, entre la que se debe distinguir un cuerpo con cabeza que reproduce en un mismo “rostro”, el frente y el perfil, porque es un cuerpo que porta consigo los rasgos propios de la identificación, ya que parece haber sido abandonado, disimulado en un paisaje de animalidad aviar, que banaliza y destruye todo lo que pudiera haber de trascendencia. Las gallinas, seis en total, sustituyen a la paloma sacra. El cuerpo que yace, efectivamente, descansa para la eternidad, como si fuera la descripción contenida en “El durmiente del valle” (Rimbaud), amenazado en su permanencia por las aves de corral. Se puede entender, entonces, que la cama, en el interior, es análoga al corral, en el exterior. El cuadro siendo, ya lo sugerí, el patio trasero de la defiguración.   Para no acceder a la “gran pintura”, ingresa por la fuerza falsa, construida en el muro de fondo de la parcela pictórica. La segunda desigualdad la puedo reconocer en el cuadro fabricado con una alfombra de lana sintética, sobre la cual se esparce la zona más informal de toda la muestra. Recapitulo: la mayoría de los cuadros son escenas de interior. Hay dos que introducen el desequilibrio que produce la tensión de la muestra. El cuadro del durmiente del valle es una mención  al sueño como sinónimo de regreso a la tierra (mater). Natura, acúnalo con calor, tiene frío. Ese es un verso del poema. Pero Gumucio introduce la animalidad aviar para que toda redención sea imposible, porque el picoteo visual fija el entorno en el espacio doméstico.  El otro cuadro, en cambio, introduce la “animalización animista”, donde la forma está definida literalmente por la cantidad de pasta-color donde lo informe engendra con exactitud provocadora el lugar del peligro, de lo bajo, de lo abyecto. El sentido ha perdido su forma y se instala como “venus en el pudridero” (Eduardo Anguita).  La bajeza está cerca de los pies; es decir, en la alfombra.  La bajeza es introducida como (d)efecto de goteo grueso de un cuerpo que deja caer su materia como la anatomía de una imagen parcial, donde la sustancia engendra el erotismo implicado en la forma de lo informe, como si fueran “formas subjetivas” producidas por niños autistas que viven en función de las superficies, porque no tienen conciencia del interior de los objetos. De modo que, en este laboratorio, Gumucio introduce la desigualdad entre la teatralidad y la defecación cromática para fijar la sensación de animalidad que hace hablar las zonas mudas de lo humano. 





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