HISTORIOGRAFÍA
Algunos buenos amigos han sido cogidos en pleno vientre, donde está el corazón, por la última frase de la columna anterior. Me han solicitado que explique la procedencia. El que se explica, se complica. No hay testimonio de cultura que no sea, al mismo tiempo, testimonio de la barbarie. Es necesario recurrir a la famosa fórmula de Walter Benjamin. El punto no está -a juicio de Didi-Hubermann- en buscar en la cultura las raíces más o menos directas de una barbarie determinada, sino en interrogar las modalidades históricas de un cierto tipo de coexistencia entre ciertas formas de cultura y ciertas formas de barbarie. El libro de Cristóbal Marín está escrito bajo esta determinación. Siendo director del Parque Cultural de Valparaíso, con la participación de “Puerto de Ideas”, montamos la lectura dramatizada de la obra de Gastón Salvatore, “Tierra del Fuego”, bajo la dirección de Manuela Infante. Mencionar el nombre de Salvatore durante el Seminario del Drugstore fue como sostener mediante un hilo el regreso de lo reprimido. El 6 de noviembre del 2012 escribí una presentación. La he encontrado. No tiene mi firma. ¿Pero quien otro podría haberla escrito? De hecho, se titula: “De por qué los estudiantes de Valparaíso deben venir a escuchar a Gastón Salvatore y asistir a la lectura dramatizada de su obra de teatro “Tierra del Fuego” “. En alguna ocasión, Gonzalo Díaz me dijo que un texto era bueno cuando resistía la década. Los estudiantes de teatro y de literatura de la ciudad debían entender que se trataba de un privilegio contar con la realización de la lectura dramatizada de la pieza teatral de Gastón Salvatore. Sin embargo, esta no es una buena presentación de su posición. Se podría decir que es uno de los dramaturgos más importantes del siglo en lengua alemana, y que es nacido en Chile. No es menor el dato que su padre era amigo personal de Salvador Allende y que había llegado a Chile, a ejercer su profesión de químico, después de haber permanecido años en un campo de prisioneros bajo dominio japonés, durante la segunda guerra. Esto, simplemente, para delimitar un cierto sentido del drama que su propia vivencia adquiere, no solo como dramaturgo, sino como un ejemplar estudiante chileno que viaja a Alemania, a mediados de los años sesenta, y que participa de las luchas de los estudiantes alemanes del ‘67, llegando a establecer estrechas relaciones con el líder del movimiento, Rudi Dutschke. Todo lo anterior puede parecer anecdótico, si no estuviera signado por una exigencia libertaria que va a adquirir en la escritura dramatúrgica su principal soporte de propuesta ético-estética. Por eso, esta presentación estaba pensada para motivar a los estudiantes a acudir a la conferencia de Gastón Salvatore y a la lectura dramatizada que sería realizada bajo la dirección de Manuela Infante. Esta última no necesitaba mayor presentación. Era un privilegio tenerla entre nosotros. Esta era una dupla que no pueden dejar de desaprovechar. Nunca supe si asistieron. Solo me quedé haciendo mención a la juntura de dos palabras, a propósito de Salvatore. Se trataba de las palabras ética y estética. Esta era una juntura que él mismo había propuesto en una conversación que sostuvo con un crítico italiano, para introducir la edición de cuatro de sus principales obras, bajo el título “Dramas políticos”. La edición está en italiano: Drammi politici. La juntura, como él mismo explicaba, venía del título de la obra de un gran amigo suyo, el crítico literario Hans Magnus Enzensberger: “literatura como historiografía”. De ahí que Salvatore haya escogido una variante para titular esta introducción bajo la determinación del teatro como historiografía. Es decir, como método crítico de análisis e interpelación de la historia. Por eso, no será casual que una de las obras que aparecen en este libro sea Allende. De él, Salvatore dice: es un drama español, que habla de un héroe socialdemócrata, un tipo de héroe que la literatura no conoce. Sin embargo, para la lectura dramatizada, escogimos su obra Tierra del Fuego. ¿Podría haber sido Stalin? Al final, daba un poco lo mismo, ya que el centro de su reflexión es el poder y la representación de la historia. En este caso, Tierra del Fuego ponía en escena –principalmente- a Darwin, al capitán Fitz-Roy y a Jemmy Button. Para nosotros, la sola mención a Jemmy Button debiera ser una condición suficiente para asistir a la conferencia de Gastón Salvatore. No solo se trata de la manera de cómo éste construye esa trama, sino el modo como dicha trama concentra la atención sobre la cartografía de la modernidad chilena; en definitiva, de la construcción del Estado. Más que nada, construcción de unos sujetos, que en el curso de un viaje serán testigos directos de una transformación que se instalará en la base del trauma de lo nacional.
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