ENCONTRADA
Existe un chiste de mala leche de quienes detestan el arte contemporáneo. Los hay. No es de extrañar. Venía yo por Bilbao con Tobalaba y en un paradero, un vendedor de peluches de tamaño natural, mientras ofrecía uno de ellos a los automovilistas, dejó un ejemplar, sentado, en el paradero. Una de estas personas, que venía conmigo en un coche, detenidos en medio del taco, me señala con el dedo la escena y me dice: “Mira, una instalación”. Y comenzó a reírse con mucha ostentación. Momentos después, por Instagram, me entero de que un artista contemporáneo, que conozco, publica la fotografía del dispositivo habitacional de un indigente bajo el rótulo de “instalación-encontrada”. ¿Qué relación habría entre la mala leche de mi acompañante y la honestidad del artista que conozco? Ambas experiencias aceptan que la categoría de “encontrado” está determinada por una voluntad institucional que define la distribución de lo inscriptible, como irrupción de lo extraordinario de la calle en la admisibilidad ministerial de lo sensible (Risas). En estos días, en el barrio Lastarria, sobre una tela dispuesta en una vereda, jóvenes que venden lo que encuentran, ofrecen a los transeúntes sus hallazgos. Un antiguo estudiante de arte reconoce unas fotografías en blanco y negro pegadas a unos cartones, En el reverso se lee una inscripción manuscrita: VIII Bienal internacional de arte de Valparaíso. El título de la obra es “Jefe de hogar”. No hay presencia del autor. El estudiante, sorprendido con su hallazgo, adquiere las fotos. Me entero, por razones que no es el caso describir, de esta situación. Acudo al auxilio de mis amigos del archivo de la bienal y de inmediato logramos identificar al artista. No sabemos nada de la manera como esas fotos llegaron a terminar en el trozo de lona sobre la vereda, a pocos metros del MNBA. Si sigo el predicamento de mala leche, incluyendo el reconocimiento del artista que hace el inventario del “arte contemporáneo encontrado”, la sola disposición de la tela sobre la vereda debiera poder ser admitida como una instalación, como digo, a escasos metros del MNBA. Habría más arte contemporáneo en la calle que en el propio museo. Esta sería una conclusión provisoria totalmente legítima. Ahora, imaginen lo que puede significar una aglomeración de feriantes de lo imposible en las veredas alrededor del Congreso en Valparaíso, pudiendo sostener la hipótesis según la cual el “arte contemporáneo encontrado” sostendría el ambiente cultural en el marco del cual tiene lugar el trabajo parlamentario. Llegando a promover, incluso, la idea que la vandalización de la escultura de Mario Irarrázabal no habría hecho más que “mejorarla”, inaugurando una vertiente radical en las relaciones entre arte y política. El caso es que fue posible identificar al autor de la obra “Jefe de hogar”. Se trata de Rubén Reyes. Artista oriundo de la ciudad de Molina, formado en la Universidad Católica, en el taller de Vilches, compañero de Mario Soro, con quien proyectó una exposición que se llamaba “La salud pública”, y que fue censurada. No recuerdo con exactitud qué galería era ni cuáles fueron las condiciones de la cancelación de la exposición. Pero me resuenan las palabras de Henry Serrano, encargado del proyecto de re/edición de la Bienal de Valparaíso, según las cuáles “la historia de este hallazgo es, desde ya, una obra en si misma”, en el sentido que, al ser encontrada parte de la documentación de una obra rechazada por la bienal, esta es una manera de hacer evidente en el debate la existencia de la propia bienal como proyecto de restitución institucional, por si misma. La obra de Rubén Reyes tendrá que ser reconstruida como obra rechazada, pero que fue inscrita en una ficha de recepción, siendo la propia administración de la bienal la que es puesta en escena como un momento de desarrollo de la escena chilena, que avanzaba de “menos a más”, concitando la participación de los principales artistas nacionales. La bienal fue cancelada por el primer alcalde de la transición interminable. Sin embargo, había logrado poner a Valparaíso en el mapa del arte latinoamericano. No hay que olvidar que fue fundada por el alcalde Sergio Vuskovic. El tema es que hoy, a propósito de la reconstrucción de la obra encontrada de Rubén Reyes, es la propia historia de esos años la que es puesta en juego. Al final, nadie sabe para quien trabaja.
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