MODO DE PENSAR
Una exposición es un modo de pensar. En el análisis del dispositivo de sala, hay que tomar en cuenta la obra que da lugar al título de la exposición, y el objeto vestimentario que sella la apuesta formal (ética, política, material) de la curatoria. El modelo del jumper afirma la hechura de lo nacional mediante la sanción de una matriz que define el grabado como un organizador del imaginario plástico. La obra de Virginia Errázuriz expone la mecánica del vaciado, mientras la prenda depone el calco de trapo sobre un cuerpo mediado por los moldes de sus fragmentos. Lonjas de calcos planos delimitan la percepción de los cuerpos, en la coyuntura de 1978, fecha de la obra. En 1969, un decreto ministerial fija la extensión de las sombras, como reverso del deseo. En 1971, el anverso del deseo fija su contención en el dibujo de un niño que delata lo que hace (la) falta. El aparato del grabado hace (e)videncia de lo que se debe perder para señalar la aparición de la imagen.
En 1969, el presidente Eduardo Frei Montalva instauró el uniforme único, porque pensó que la democratización de la moda estudiantil era un reflejo de la democratización de la sociedad. Frei había fundado el ministerio de la vivienda, en 1965. En el 2020, en el CCLM, Pablo Brugnoli hizo la exposición “Casa chilena” y mencionó, en el catálogo, el caso de los blocks 1010 y 1020. Entonces, de una exposición a otra, entre el jumper y los blocks se instala un dominio de la racionalización del espacio, del vestuario y de la representación del deseo.
En esta exposición, “Grabado: Hecho en Chile”, el jumper hace función de síntoma, porque precede la performatividad en el arte chileno. Digo bien: precede. Justamente, por la puesta en escena de la matricidad escolar, en su fase "desarrollista" -no "revolucionaria"- que se extiende a la habitabilidad. Eso es “Palomita Blanca”. Ya sabemos. Todo eso, estalló en mil pedazos, de una manera análoga a cómo se liberó el uso del suelo, con la dictadura. La noción de plano regulador fue disuelta en provecho del libre mercado de la vivienda.
Ya he sostenido en el número 4 de la serie de panfletos de arte que Henry Serrano y Antonio Sánchez han editado para el título de ¨Réplica¨, que disponer en el montaje de esta exposición un jumper frente a las fotografías de maniquíes con cabeza de yeso y rostro pintado, instala una competencia desleal entre un objeto vestimentario que corresponde a una época cuya representación ha sido arruinada, y la reproducción fotográfica de una imagen que hace ostentación de un modelo de corte y confección que le corresponde, y que solo permanece descalzado, como ruina prolongada.
Después del jumper vienen, entonces, las fotografías de Beatriz Leyton, de maniquíes de yeso, que es otra manera de declinar una matriz. Sin embargo, aquí se agrega otro aspecto: los rasgos faciales de los maniquíes están pintados. Es decir, pintura sobre yeso, que no puede olvidar materialmente su proximidad cadavérica, allí donde una cierta idea del arte cree encontrar una vida. La fotografía reproduce una forma que descalifica su origen a causa de su adherencia excesiva -demasiado real-con su referente. Son fotografías realizadas en los años ochenta, que reproducen imitaciones-de-cuerpo, “encontradas”, disponibles en las vitrinas-relicarios de los comercios de insumos de corte y confección de calle Rozas.
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