REGRESO AL ANIMISMO

 La defensa de tesis de Sergio Valenzuela Escobedo tiene lugar un mes antes que en el Musee Branly se presenta una exhibición de carácter excepcional, que pone de nuevo en escena la cuestión de las restituciones. 

¿Por qué es excepcional? La razón es doble: primero, demuestra que la ciencia esta (siempre) al servicio de la política; segundo, que el patrimonio puede (bien) ser un yacimiento para el turismo cultural. Lo que no dice, y es lo mas importante, es que debajo de la inversión de industria cultural, lo que esta en juego es el privilegio del marco en que dicha iniciativa se enmarca, valga la redundancia. Cuando Francia resuelve restituir piezas del patrimonio del Benin esta colaborando, en el fondo, con el fortalecimiento de las religiones animistas cuyo desarrollo fue truncado por el arribo del colonialismo francés. Hay que decir que la dinastía que los franceses derrocan en 1895 llevaba trescientos anos de existencia. Los mismos residuos de esta dinastía son quienes hacen la solicitud. Es muy probable que se juegue en esa continuidad el deseo de recuperar la memoria de una soberanía truncada. 

La exposición en el Musee Branly de las 26 piezas, necesitaron la produccion de una Semana del Benin, para despedirse, si esa es la palabra, de la Institución y del Territorio francés.  Las estatuas en madera de los tres reyes de Abomey, las cuatro puertas del palacio real, los altares ceremoniales, por mencionar algunas, serán embarcadas de acuerdo con todos los protocolos del caso para ser emplazadas, en una fecha venidera, en el antiguo fuerte portugués de Ouidah, a la espera de la construcción de un nuevo museo en el antiguo palacio de los reyes de Dahomey. 

Durante el coloquio que tuvo lugar durante los días de la corta exhibición, se dio a entender de parte de las autoridades oficiales de Benin presentes, que la restitución de los objetos tenia sentido en la medida que fortalecía la cultura “vaudoun”.  La ultima letras se pronunciaba muy poco, de tal manera que quedo como “vaudou”, y de ahí, la deformación hacia vudú. Algunos estudiosos discuten si se trata de una religión, en términos estrictos.  Lo cierto es que se trata de una tradición oral, un conjunto de ritos, de danzas, una música, una filosofía, una justicia, y una medicina tradicional, y en tal caso, constituye un patrimonio material e inmaterial único en la Africa sub-sahariana. Diabolizada por los viajeros y combatida por los misioneros cristianos, prohibida por los colonizadores, fue luego desestimada por el régimen de “inspiración marxista” que gobernó Benin en 1970.

Todo lo anterior cambio en el 2016 cuando fue formulado un plan de desarrollo gubernamental, teniendo como horizonte el 2020, en que la ciudad de Ouidah fue declarada como “destino especial” del turismo memorial de la esclavitud y de la trata transatlántica. Lo que faltaba era fortalecer la operación memorial mediante una restitución en forma de objetos político-religiosos.

¿Qué quiere decir “en forma”? Una primera respuesta esta en la frase que para algunas almas buenas ha resultado insoportable: la ciencia (siempre) asiste a la política. Eso quiere decir que ha habido una gran inversión, de la mas alta competencia museal, para producir las condiciones de restitución bajo el control cultural de las autoridades de Benin. De ahí se entiende la solicitud primera, que tuvo como respuesta el discurso del presidente Macron en Ouagadougou, en el 2017. Después de esa fecha, ordeno a dos eminentes universitarias -Felwine Sarr y Bénédicte Savoy-,  la redacción de un informe que será conocido como “Informe sobre la restitución del patrimonio cultural africano”. El analisis de este informe debiera ser objeto de estudio, porque nos introduciría en un debate al que hemos asistido de manera extremadamente púdica. 

La defensa de Tesis de Serio Valenzuela Escobedo es importante porque introduce en el terreno académico la cuestión del animismo y del fetichismo en relación con la practica universal de la fotografía analógica, en el sentido que permite definir a esta ultima como el aparataje de colonización del imaginario, omitiendo el efecto simbólico y desterrándolo de su ámbito de competencia, para ni siquiera simularlo como artefacto de confiscación del espíritu.