EL LIBRO

Despues de “arte y nación”, cabe presentar el libro. Ya lo he dicho: esto ha sido una produccion compleja que combina una exposición, un libro y un dispositivo de mediación. Siendo esta una manera de ampliar este ultimo, en la medida que el cierre debe ser entendido como una operación terminal de los talleres. En este caso seria un “taller de la palabra”. Y como tal, no se puede sustraer del ejercicio acerca de como se construyo el libro, en respuesta a una solicitud. Es decir, un libro que se concibió desde un comienzo como un “paquete” que tenia la responsabilidad de expandir la exposición y trasladarla hacia otro soporte. Por eso no se le puede llamar catalogo. 

El libro sostiene al discurso de posteridad de la exposición.  Su lectura comienza en el analisis espacial de la exposición, desde el titulo hasta el muro de los patrones del jumper, pasando por las xilografias del taller de 1971. Entre medio, introduce la “teoría” del triangulo referencial y, finalmente, el papel que juegan las tecnologías del paisaje. El libro prolonga la reflexión proporcionando acceso a textos que jamás habían sido considerados para una historia (posible) del grabado. 

El libro fue construido como un patchwork, que es una figura archi recurrente, pero que corresponde a mi sistema de trabajo, que porto conmigo desde la escritura de columnas para el blog escenaslocales.blogspot.com que había dejado de manejar, a raíz del acoso sibilino y no menos amenazante del que fui objeto desde algunas oficinas. 

La censura me hizo relocalizar el esfuerzo analitico y cambiar el destino declarado de mi trabajo. Lo mejor que se puede hacer en esas circunstancias es refugiarse en los destinos no-declarados. De modo que debo agradecer a la persistente pusilanimidad de una cierta cultura ministerial que, finalmente, contribuyó a mi concentración. Por eso, este libro no dialoga con la critica formada por los curadores y críticos que sostienen el sistema actual 

Poner bajo sospecha la historia del arte es una actividad peligrosa en Chile. 

En el campo del grabado había que hacer la distinción entre la mitología y el acontecimiento. En pintura, la mitología es el acontecimiento. El libro recupera la gran cantidad de comentarios que ya habían sido realizados, tanto sobre las micro-escenas de Valparaíso y de Concepción. Pero se trataba de consignarlas, tambien, en su historia, desde los años cuarenta en adelante, justamente, para relativizar el peso de una historia santiaguina cuya versión académica operaba de manera colonial con las regiones. Todo lo cual, ya estaba suficientemente documentado. 

Luego, para iniciar la demolición de la mitología, hubo que poner en movimiento una gran masa documentaria que permitiera configurar unos contextos en que las acciones de determinados actores adquieren relevancia por la necesidad reductora de la clase política, en su apropiación de la cultura popular. Todo eso, si bien ya estaba documentado; no era conocido. Menos aun, interpretado. 

El libro fue construido como la secuencia de 132 fragmentos que fueron encajonados por dos que, llevando el mismo nombre, señalaban el comienzo y el final de un relato que se autodenomina “historia (posible) del grabado”. 

Ambos fragmentos llevan el mismo nombre: “libro”. Para comenzar, para terminar, siendo esa una decisión editorial que encuadra el enunciado de un tejido textual que esta formado por pedazos de trapo de diversas dimensiones. 

Levi-Strauss, cuando haizo el elogio del bricolaje como un modelo de toda practica intelectual, pudo perfectamente haber tomado como ejemplo el trabajo de la costurera. Pero no. Lo que hizo fue explicar su teoría del arte como “modelo reducido” a partir de una pintura de François Clouet, en que retrata a Elisabeth de Austria haciendo resaltar su peinado y los ricos detalles de su vestido, para poder hablar de la coincidencia entre la ropa que lleva puesta y su estatuto político. 

Aquí, debo admitir que se localiza el motivo del libro, en el supuesto que tuviera que hablar de algo análogo al motivo de un crimen.     En una de esas, ¡estoy a punto de declarar que el libro “Grabado: ¡Hecho en Chile” es autobiográfico!    ¡No faltaría mas!    En el grabado chileno, el fantasma de “lo colectivo” determina los discursos esperables en su incompletud. Una prensa de grabado jamás llegara a cumplir la tarea del periódico-del-partido. Esto, para los nuevos públicos es como hablar en chino.  La verdad es que, para los antiguos, tambien. 

Tendré que ser mas claro para definir quienes son los “antiguos” y quienes son los “nuevos”. Porque estos últimos esperan nada del grabado, y los anteriores ya obtuvieron lo poco que podían obtener. 


       


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