DEFENDER UNA TESIS EN LA EPOCA DE LAS RESTITUCIONES

Sergio Valenzuela Escobedo tuvo que construir el concepto de su objeto. Nuevamente, seria una cuestión de nominación barrada, que asume en su configuración grafica la complejidad de la tarea. En efecto: designar amer/indio su objeto de analisis, y a la vez, sujeto portador de una mirada irruptora, será el propósito de la primera parte de la tesis. Para ello tuvo que desmontar la lógica de la denominación inicial y las apropiaciones coloniales del lenguaje, para poder referir el objeto a otra definición de “americano” que se develaba como la conclusión de un viaje fallido. En efecto, Colon creyó haber alcanzado las Indias. 

 

Antes, incluso, del montaje de la óptica y de la catóptrica en el continente americano, lo que había que resolver, primero, era la cuestión de la fijación de la imagen, en el fondo de la retina. Los fueguinos no pasaron por Alhazen, della Porta y Descartes con su ojo de buey cocido. Tampoco manejaban el mito de Narciso. Pero se vieron enfrentados a unos viajeros, que se reconocen como portadores de una caja-que-atrapa-imágenes. En ese encuentro de dos humanidades diferenciadas tiene lugar un enfrentamiento tecnológico de marca mayor con efectos simbólicas insospechados.

 

Se trata de una humanidad que no conoce la ansiedad de la representación de si. Eso no es ni bueno ni malo. Solo es así. La otra humanidad es la que se traslada en navíos de long cours con tripulaciones de funcionarios de medidas: magnetismo, meteorología, el paso de Venus frente al Sol. Los científicos del mundo entero se dan cita en los mares del Sur de Chile porque el cielo es limpio y es preciso asegurar la navegación en los mares durante el dominio ingles del Pacifico sur. Lo que importa a los viajeros-científicos-aventureros-militares es la construcción de un Paisaje marítimo bajo su control, cuando de súbito se encuentran con pobladas de aborígenes nómades que viven del canotaje en los estrechos del extremo sur y se sienten obligados a tener que ocuparse de ellos. ¿De que manera? Midiendo los cráneos, registrando perfiles, pesándolos, describiendo sus balbuceos, etc.

 

Algunos de ellos serán “secuestrados”. No existía la figura jurídica. Serian llevados a las cortes de la Reina Victoria y al Jardín de Aclimatación para ser exhibidos, de un modo análogo a como se organizan las exposiciones coloniales. Es decir, siendo objetos de una musealidad definida por la “historia natural”. No será casual que la gran mayoría de las imágenes que SVE imprime en esta tesis provengan de colecciones de museos de historia natural convertidos, según el caso, en museo de artes primeras. El destino de la representación de los otros dependera del traslado de las colecciones y de los cambios de jurisdicción en torno a su manejo. De ahí que, en la tercera parte, en la propuesta artística, SVE, como artista-investigador, realiza su trabajo considerando las colecciones y los archivos como la materia prima de una operación ética.

 

En estudio de la Misión al Cabo de Hornos establecerá las condiciones definitivas para la  reconstrucción de la intervención fotográfica del territorio colonial, remedando las palabras primeras de “Las estatuas tambien mueren”, que reconstruyen el itinerario de un despojo. ¿Habrá que mencionar a los autores de este documental realizado a comienzos de la década del cincuenta y que estuvo censurado en Francia -en país de los Derechos- por mas de una década?

 

Ahora, no deja de ser curioso que SVE no se haya referido al comercio de arte africano, como sustituto de la incorporación de la fotografía al continente africano. Si bien podemos admirar, es un decir, filmes de propaganda colonial sobre la Unión Francesa, las mascaras van na fascinar a las vanguardias, porque están en el reverso del simulacro. El arte moderno no se pregunta por su complicidad con la mirada colonial. Todo parece diluirse en el concepto de primitivismo.  Hay unos libros canónicos al respecto. Que de hecho deben enfrentar el discurso sobre las restituciones, que esta liderado por el gobierno, ya que esas forman parte de la necesidad de redefinir su política africana, sobre todo después de la complicidad francesa en el genocidio de Ruanda.

 

De este modo resulta arriesgado presentar una tesis, de estas características, en un medio universitario francés que solo busca confirmar lo que ya sabe. Lo que los fueguinos y los yanomami hacen recordar es el valor de la caja que contiene las reliquias; la imagen, desde ya, como fetiche. Pero la teoría universitaria se saca los pillos sometiéndonos a la existencia de una maquinaria de la mirada, que es la mirada del “hombre que se tiene que esconder debajo de una tela”.  Cuando, en verdad, SVE insiste en que se aborde la caja de percepción como un relicario en el que Europa aplaca la ansiedad que la persigue desde hace siglos: el animismo. Se supone que la razón política dio cuenta de el a través de la revolución francesa. Lo cual es muy extraño porque serán los burgueses mas ilustrados los que se harán eco de esta preocupación sobre el origen de sus propios imaginarios, cuando gente como Balzac y Baudelaire expresan su desconfianza sobre la existencia de este aparato Siendo este un subcapítulo memorable de la tesis, que insiste en el animismo transpuesto de las elites mas sofisticadas del continente europeo.

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